martes, 29 de abril de 2014

Las cosas más pequeñitas

Lo esencial se encuentra en las cosas más pequeñicas, lo más simple.
Un abrazo, una mirada, una sonrisa, una caricia...



¿Os acordáis de pequeñicos, cuando existía el compi más importante de la clase? ¿El que organizaba los cumpleaños a lo grande, y llevaba un bolsón de chucherías, las cuales repartía a sus más allegados y a los que "le comían el culo"? ¿El que regalaba en los cumpleaños los regalos más costosos, sin ningún trasfondo, sólo el de aparentar?

Pero con esa edad, no te das cuenta de nada, de que los que están a tu alrededor sólo se interesan a que los invites a ese cumpleaños monumental o les invites a una de esas gominolas.
Con el tiempo te das cuenta de que los detalles materiales pueden no significar nada y pueden significar mucho. Que detrás de cada uno de ellos no hay ninguna muestra de afecto ni de cariño, o demostrarlo todo
Pues cuando vas creciendo, vas madurando, vas viendo la vida tal y como es, te das cuenta de que lo que más importa son que esos "detalles" tengan un trasfondo, alguna muestra de interés y afecto en lo que se da.

Cuento una pequeña historia que quizás muestre lo que quiero explicar (me sé de una que todas mis entradas al blog las nota confusas):
De pequeña me enseñaron a crecer con las cosas más simples, a jugar con lo que tenía más a mano (mi perro Whisky era mi mejor amigo y el que me acompañaba en mis juegos). También tenía a mi padre que me consentía mucho, pero me educaron para valorar la sencillez y a no ser consentida.
Llegaba el cumpleaños de mi madre, y no tenía ni idea qué regalarle, no sabia si comprarle un bolso, un vestido o un pantalón. No sabía que podía hacerle ilusión o gustarle muchísimo, ya que le preguntaba y siempre me decía "No me regales na, tonta". 
Pues paseando por la calle, pasé por una floristería y vi unas preciosas orquídeas blancas. Venían en una maceta. Eso le gustaría mucho, ya que a mi madre le encantan las plantas y las orquídeas son muy bonitas. No me lo pensé dos veces y le compré esa gran maceta de orquídeas. 
Sí, es un regalo material, pero explico: Podía haberle comprado un ramo de flores, un pequeño detalle, sí, pero la flor en unos días dejaría de existir. Elegí la maceta porque le duraría más, porque mi madre la cuidaría, verían como las flores brotaría, como se irían marchitando y cómo dejaría de existir en unos meses para después volver a brotar. La maceta iba acompañada de una nota, (me reservo lo que ponía en la nota ya que es algo íntimo entre nosotras) ya que se la mande por Interflora ya que esos días no me encontraba con ella.


Con todo esto quiero decir que no nos debemos dejar llevar por los grandes detalles, por los regalos costosos, que creemos que con eso nos demuestran mucho. Los pequeños detalles del día a día, como que tu novio te de una flor que acaba de coger del campo, que tu hij@ te de un abrazo con el susurro de un "te quiero", que tu novia te prepare una cena en la playa por la cara, ´llegar a la cumbre de una montaña y disfrutar de un paisaje, beber e invitar a los amigos porque son eso, tus amigos...son pequeños detalles, son las cosas pequeñicas,  esenciales, que debemos valorarlas porque son las que nos dan VIDA.


"El aire que respiro,
los paisajes que yo veo,
son las cositas pequeñas, 
con las que mejor me siento"
Nolasco

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