Facebook, twitter, whatsapp, instagram...son algunas de las redes sociales más populares que existen ahora.
¿Quién no tiene una cuenta de Facebook? (La tiene hasta mi abuela). ¿Quién no tiene instalado Whatsapp en su teléfono?
Las tecnologías han avanzado hasta límites inimaginables. Ahora podemos saber dónde se encuentra cada persona, qué está haciendo, el almuerzo que tomará y hasta el recorrido de su momento runner.
Pero...¿dónde quedó aquello de salir de casa y que tu madre no te localizara?¿Salir de fiesta y no tener pruebas del delito? ¿ir de viaje y cuando regresaras mostrar tus fotos de papel metidas en un álbum?
La tecnología ha terminado con todo eso. Ahora mientras estás de vacaciones no podemos parar de subir fotos a Facebook para mostrarle a nuestros amigos (la gran mayoría de ellos ni los conocemos) lo bien que lo estamos pasando. Mientras podriamos estar disfrutando de un mojito en la playa tumbad@ al sol en buena compañía, o sol@ con nuestros pensamientos, estamos preocupándonos de qué filtro ponerle de Instagram a esa foto del vaso del mojito donde se vea de fondo las palmeras y la playa.
Nos preocupamos de ponernos en línea de vez en cuando para que nuestros contactos de Whatsapp no se olviden de nosotros por llevar más de dos horas sin conectarnos (cuidao': la última vez fue a las 11:15 y son las 11:52...demasiado tiempo fuera de línea).
Estamos tristes, indignad@s, enfada@s con el mundo y ponemos estados en twitter para que la gente vea que tenemos "cojones" para decir lo que pensamos e intentamos cambiar el mundo(por supuesto que escribirlo tumbado desde el sofá es más cómodo que levantarte, salir y hacer algo para que cambien las cosas).
Que quede claro que yo también estoy siendo un poco "víctima" del apoderamiento de estas redes sociales, pero digo...¿dónde quedaron esas llamadas de teléfono(con el fijo de casa) de 2 minutos de duración (más no que tu madre se mosqueaba) en las que les decías a tu amig@ "nos vemos en el parque en 5 minutos"? ¿dónde quedaron esos encuentros de después de un día de fiesta para contarnos todo lo que había pasado la noche anterior porque no hay pruebas ni fotos para recordarnoslo, sólo los ojos de tus colegas que lo vieron todo? Y bueno...¿cuándo nos gustaba un/a chic@? Haciamos lo imposible para encontrarnosl@ por la calle y mirarnos, le escribíamos una notita y se la dejábamos guardada en su mochila sin que se diera cuenta y el día que por fin conseguimos una cita con él/ella (todo por intermediación de los amig@s, aquí no había ni whatsapp ni peticiones de amistad de Facebook), no sabiamos de qué hablar y la cara más roja que un tomate tellón.
Todo eso...¿dónde quedó? Las relaciones sociales, las risas con los colegas en el parque, encontrarnos a tu madre esperándote levantada porque no sabía dónde carajo estabamos porque no podía decirte "Contéstame al wasap que te veo en línea" seguido de un emoticono de enfado o "Mándame tu ubicación".
En conclusión, estamos esclavizados a unas herramientas tecnológicas que nos están convirtiendo en seres fríos, distantes y en la que todo se expresa a través de un emoticono o eligiendo un estado. Cada vez nos cuesta más decir las cosas a la cara, nos refugiamos en un mensaje por móvil u ordenador y nos estamos perdiendo todo eso que se siente cuando se hace de una forma más física.
Podemos llegar a volver a transmitir y recibir de una manera más profunda y bonita, toda esa clase de pensamientos, sentimientos, emociones que entre las personas nos intercambiamos si dejamos de lado el móvil o el ordenador, para dar paso a las miradas, sonrisas, abrazos o besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario