El título lo dice todo.
Desde este blog no pretendo hacer críticas al sistema que tenemos en nuestro país, pero lo que me pasó ayer fue denigrante.
Cuento:
Acudo a urgencias del hospital Materno Infantil por una hemorragia y dolor en el vientre (21,40 horas). Nada más entrar me llaman para preguntarme que me ocurría y me toman tensión y temperatura. Hasta ahí todo bien. Me voy a la sala de espera y a los 5 minutos me llaman para realizarme una prueba de orina (22,15 horas). Parecía todo muy rápido. Vuelvo a la sala de espera para esperar los resultados (valga la redundancia). Pregunto cuánto pueden tardar los resultados y me dicen que depende del laboratorio. Pues nada, a esperar.
Pasa una hora y allí nadie llama. Mientras ves como entran pacientes a las consultas y salen con sus altas, embarazadas esperando en esas sillas súper incómodas a que las llamen por esos altavoces propios para un arreglo, pues los oídos nos los estaban destrozando. Volvemos a preguntar (menos mal que mi pareja me acompañaba para aguantar ese infierno de horas), y nos dicen que los resultados pueden tardar dos horas. Toma ya!! Son las 23,20 horas y aún tenemos que esperar casi una hora más.
Seguimos observando la sala. Yo cada vez manchando más y más dolores. Las embarazadas no sabían como colocarse en sus sillas. Las caras de agobio y desesperación aumentaban.
Llegan las 00,00h. Volvemos a preguntar en información y nos derivan a la consulta donde fui atendida porque ellos no nos pueden solucionar nada. Sale una doctora y su contestación: lo siento, pero si no te han llamado es porque hay otras prioridades y tus resultados no habrán llegado. ¿¿¿Perdona??? ¡¡¡Llevo dos horas esperando los resultados de un análisis de orina y aún no están!!!
Vuelvo a la sala de espera indignada. Ya en mi trabajo me he tenido que aguantar los nervios y el coraje muchas veces al acudir a unas urgencias y ver que no hacen nada. Sigues viendo como gente que había llegado mucho después que tú se van con su alta en la mano.
También hay que decir que durante esas dos horas ves familias esperando con sus mochilas, bocatas y caras de alegría porque han dado a luz sus mujeres, hijas o nueras y los familiares lo celebran en la sala de visitas.
Mientras contemplas ese escenario de alegría y a la vez, desesperación, pasa una hora más. Son la 1,00h de la madrugada y aún nada.
Volvemos al mostrador y los auxiliares de información nos aconsejan volver a la consulta. Vuelvo a la consulta y de repente...¡¡¡Me llaman!!! ¿Casualidad? No sé...pero, yo suelo ser pacifíca, en ese momento la rabia se estaba apoderando de mí.
Entro a consulta, me vuelven a preguntar que me pasa y acto seguido una doctora me pide que le acompañe para explorarme.
¡¡¡La exploración no dura ni 10 minutos!!! Una ecografía y listo. Derivación al ginecólogo, informe de alta y para casa.
Tres horas esperando en una sala de espera para que me vean en diez minutos.
Si, señores, denigrante.
Lo mío no era tan grave, pero personas que lo están pasando mal, personas que llegan allí esperando a ser atendidas pronto para que les quiten los dolores y el malestar que llevan consigo tienen que esperar a que se siga un protocolo el cual aún no sabemos a ciencia cierta cúal es.
Y allí mismo, en un lugar donde deberíamos sentirnos seguros, esperanzados, nos podemos llegar a sentir en desamparo, en seres pequeños minguneados por una Inseguridad Social.
Desde este blog no pretendo hacer críticas al sistema que tenemos en nuestro país, pero lo que me pasó ayer fue denigrante.
Cuento:
Acudo a urgencias del hospital Materno Infantil por una hemorragia y dolor en el vientre (21,40 horas). Nada más entrar me llaman para preguntarme que me ocurría y me toman tensión y temperatura. Hasta ahí todo bien. Me voy a la sala de espera y a los 5 minutos me llaman para realizarme una prueba de orina (22,15 horas). Parecía todo muy rápido. Vuelvo a la sala de espera para esperar los resultados (valga la redundancia). Pregunto cuánto pueden tardar los resultados y me dicen que depende del laboratorio. Pues nada, a esperar.
Pasa una hora y allí nadie llama. Mientras ves como entran pacientes a las consultas y salen con sus altas, embarazadas esperando en esas sillas súper incómodas a que las llamen por esos altavoces propios para un arreglo, pues los oídos nos los estaban destrozando. Volvemos a preguntar (menos mal que mi pareja me acompañaba para aguantar ese infierno de horas), y nos dicen que los resultados pueden tardar dos horas. Toma ya!! Son las 23,20 horas y aún tenemos que esperar casi una hora más.
Seguimos observando la sala. Yo cada vez manchando más y más dolores. Las embarazadas no sabían como colocarse en sus sillas. Las caras de agobio y desesperación aumentaban.
Llegan las 00,00h. Volvemos a preguntar en información y nos derivan a la consulta donde fui atendida porque ellos no nos pueden solucionar nada. Sale una doctora y su contestación: lo siento, pero si no te han llamado es porque hay otras prioridades y tus resultados no habrán llegado. ¿¿¿Perdona??? ¡¡¡Llevo dos horas esperando los resultados de un análisis de orina y aún no están!!!
Vuelvo a la sala de espera indignada. Ya en mi trabajo me he tenido que aguantar los nervios y el coraje muchas veces al acudir a unas urgencias y ver que no hacen nada. Sigues viendo como gente que había llegado mucho después que tú se van con su alta en la mano.
También hay que decir que durante esas dos horas ves familias esperando con sus mochilas, bocatas y caras de alegría porque han dado a luz sus mujeres, hijas o nueras y los familiares lo celebran en la sala de visitas.
Mientras contemplas ese escenario de alegría y a la vez, desesperación, pasa una hora más. Son la 1,00h de la madrugada y aún nada.
Volvemos al mostrador y los auxiliares de información nos aconsejan volver a la consulta. Vuelvo a la consulta y de repente...¡¡¡Me llaman!!! ¿Casualidad? No sé...pero, yo suelo ser pacifíca, en ese momento la rabia se estaba apoderando de mí.
Entro a consulta, me vuelven a preguntar que me pasa y acto seguido una doctora me pide que le acompañe para explorarme.
¡¡¡La exploración no dura ni 10 minutos!!! Una ecografía y listo. Derivación al ginecólogo, informe de alta y para casa.
Tres horas esperando en una sala de espera para que me vean en diez minutos.
Si, señores, denigrante.
Lo mío no era tan grave, pero personas que lo están pasando mal, personas que llegan allí esperando a ser atendidas pronto para que les quiten los dolores y el malestar que llevan consigo tienen que esperar a que se siga un protocolo el cual aún no sabemos a ciencia cierta cúal es.
Y allí mismo, en un lugar donde deberíamos sentirnos seguros, esperanzados, nos podemos llegar a sentir en desamparo, en seres pequeños minguneados por una Inseguridad Social.
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